Random Posts

El poeta más viejo

“Que no se equivoquen los críticos conmigo, que no crean que soy un viejo decrépito”. En este reportaje de 2014, Mario Ramón Mendoza relata la vida del escritor e historiador baranoero. ¿Sabía que retó a Rafael Escalona a una ‘carrandanga de versos’?

Mario Ramón Mendoza

»

Manuel Patrocinio Algarín es, quizás, el poeta vivo más viejo de Colombia y este mes cumple 100 años de vida, un centenario lleno de historias y anécdotas que han marcado la tradición oral y la cultura baranoera. Hoy, la Administración Municipal le hace un reconocimiento al un siglo de vida del intelectual y autor del himno de la ciudad.

Manuel Patrocinio Algarín, el ‘viejo Patro’, que es el poeta más popular del Departamento del Atlántico, autor de cinco libros y del Himno a Baranoa, más allá de las fechas y la exactitud de los calendarios, él es un hombre de siglos, con profundas raíces en el tiempo y su querido terruño.

Como un árbol otoñal

Al tratar a Manuel Patrocinio Algarín y conocer su humilde origen campesino, de sus escasos estudios académicos –sólo alcanzó un cuarto de primaria– al sentir la fluidez de su lira, no se puede evitar que la inquietud nos asalte: ¿de dónde, de dónde le viene tanto verbo?

Él sencillamente lo explica: “Yo creo que eso viene en los genes, casi todos mis hermanos eran cultores de las artes bellas: Ricardo era aficionado a la música, Marcial de la poesía, siendo un gran prosista y mi hermana María Esperanza era una destacada poetisa, que logró publicar un libro, con un estilo algo parecido a Meira Delmar, claro guardando las proporciones”.

Es cierto que para ser poeta no valen los estudios académicos o las intensas jornadas de escritura, sino se es portador de una gran sensibilidad y capacidad de asombro. Pero igualmente se debe cultivar el arte y beber en otros, si se quiere llegar lejos.

Manuel Patrocinio Algarín es un árbol otoñal, como lo dice en uno de sus poemas, que ha introducido sus raíces en lo profundo de la historia socio cultural de su comarca, Baranoa. Pueblo con un remoto origen literario, tal vez el más antiguo en el país desde cuando uno de sus hijos, Juan José Nieto, escribiera su novela Ingermina o La hija de Calamar, en el año 1844, registrada hoy como la primera novela histórica escrita en Colombia. Luego el caserío recibiría un gran impacto literario desde la poesía: las tertulias reiteradas de Julio Flórez, en el Club La Realidad, encenderían la pasión por la música y la poesía. Usiacurí, pueblo donde residía el poeta Julio Flórez, está a escasos kilómetros de Baranoa, y de allá siempre se venía con su caballo y su guitarra a cantar y recitar a una selecta audiencia.

Este ambiente socio cultural y artístico fue el que permitió al adolescente, encontrar a un profesor, Robin Rolong, amante de las bellas artes, dispuesto a estimular la lectura y la creación entre sus alumnos. El ‘viejo Patro’ aún recuerda las sabias instrucciones del maestro: “Aproveche, Algarín, aproveche ese don que Dios le dio”. Ese consejo le sirvió para hacerse a la fuerza, que le permitiría sobreponerse a las exigencias del padre que lo quería ver dedicado a la tierra y al cuidado de los animales, y se decidiera por la lectura de los clásicos y los poetas nacionales del momento y en especial de Julio Flórez, al que considera un poeta de inspiración profunda.

Pero este árbol otoñal que es Manuel Patrocinio, no tiene sólo raíces en el pasado, sino que hoy abre sus ramas y extiende su copa en el presente, en el cielo del siglo XXI que le permite a este legendario creador estar abierto a los cambios en poesía, o asumir la tecnología –él es miembro de Sanesociety, el grupo más grande de arte en el mundo por la internet–, y con un espíritu juvenil lo dice en su lúcida y sencilla lira: “Por eso ya en el ocaso / de mi ser he decidido / no ser un árbol caído / sino de mucho verdor / para que genere frutos/ de bondad, paz y amor./

Profeta en su tierra

La popularidad de Manuel Patrocinio Algarín es tal en su pueblo, Baranoa, municipio con casi 80.000 habitantes, que si cualquier visitante pregunta a un chófer, o a un vendedor ambulante por el poeta, sin equivocación le dicen dónde queda su vivienda.

Y no es para menos, para un hombre que siempre ha vivido en su terruño, que casi siempre su verbo es tenido en cuenta para poner la semblanza lírica en los actos públicos, o para que pronuncie el discurso al personaje que ya se fue, o el acróstico a la novia que se casó.

Su prolífica vida pública le ha permitido acrecentar su condición de poeta en el imaginario popular. Él se desempeñó como funcionario de la Contraloría, Alcalde encargado, gestor cultural y actor durante 47 años consecutivos en La Loa de los Santos Reyes Magos, fiesta tradicional de Baranoa.

Es claro al decir que, si bien la poesía no le ha dado plata, sí le ha aportado grandes satisfacciones: “Lo que más destaco es el aprecio, el afecto de mi gente, después viene cuando me gané el concurso del Himno a Baranoa y cuando me gané las Olimpiadas de la tercera edad en Santa Marta con el poema ‘La noche del beso robado’. Me dicen que el puntillazo en el Himno fue la parte donde menciono al Arroyo Grande, ‘añoranzas por tu Arroyo Grande, cuyas aguas el pueblo bebió, mil cacimbas, arenas y estanques, que en un tiempo en su seno formó”.

“Ese Arroyo Grande fue el primer acueducto que tuvimos, de ahí bebíamos su agua y nunca nadie se enfermó. Recuerdo sus cacimbas, sus posas en la orilla donde aprendíamos a nadar, todo eso acabó y hoy es un lodazal”, continúa Algarín.

En la memoria colectiva de sus paisanos vive el recuerdo cuando retó a Rafael Escalona. Manuel Patrocinio lo cuenta así: “Fue un taller sobre control fiscal con la Contraloría, en el que nos tocó participar a Escalona y a mí. En la clausura, después de unos whiskies, alguien me incitó a que lo retara a una piqueria. Yo me puse de pie y le dije: ‘Rafael Escalona, es contigo’, y le solté una carrandaga de coplas improvisadas. Escalona me miraba como gavilán pichón que ve al pollo de pelea y sólo atinó a decir: ‘Muy bien, Algarin, muy bien, otro día le contesto”.

Manuel Patricinio Algarín, en su pueblo natal, ha recibido muchas condecoraciones y distinciones, hasta el título de bachiller Honoris Causa. Con todos estos afectos que le han brindado sus paisanos, el viejo Patro dice con orgullo: “Vea, yo sí soy profeta en mi tierra”.

La poesía no tiene edad

Manuel Patrocinio Algarín publicó su primer libro de poesía, ‘Hojas de otoño’, en 1995. Tenía entonces 78 años. Así valora él el suceso: “Empecé a escribir desde la adolescencia, a los 16 años. Me era difícil por las labores del campo. Al llegar a la edad adulta tuve conciencia de la importancia de publicar, pero tenía mis compromisos con mi mujer y mis hijos”, afirma. “Claro que iba compilando mis escritos. Al cumplir mis compromisos con mi familia y me libré de responsabilidades, entonces me decidí a publicar parte de lo que había escrito todos esos años y salió mi libro ‘Hojas de otoño’. A eso se debe que haya salido tardíamente mi obra”.

No estamos aquí ante una vocación retardada, ella y la pasión de escribir se acrisolaron con los primeros años de la juventud y se puede comprobar con los libros que editó después Algarín, ‘Apología del Junior’, ‘Luces de mi ocaso’, ‘Folclor y literatura oral y escritura popular de Baranoa’, ‘Manantial de acrósticos’ y, a sus casi 97 años, su creatividad no para, pues escribe una novela sobre su vida y sigue produciendo y aprendiendo como un adolescente, y así lo dice mirando fijamente al horizonte: “Y lo mejor, lo mejor está por venir, que no se equivoquen los críticos conmigo, que no crean que soy un viejo decrépito”.

La vida poética y literaria de Manuel Patrocinio Algarín ayuda a entender una vez más que la poesía no tiene edad y que la pasión de escribir pocas veces se jubila.

©2017 Baranoa Hoy
Con la tecnología de Blogger.